top of page

BURNOUT

BURNOUT: ¿síntoma de la decadencia de un modo de vincularnos con el trabajo? En estos últimos días, en conversaciones y sesiones de coaching, han sido recurrentes los reportes de personas cercanas acerca de esta sensación de agotamiento extremo cuyo diagnóstico clínico ha sido recientemente denominado, y reconocido por la OMS, como "burnout" o síndrome de estar quemado. Algunos me han contado que, en efecto, han sido clínicamente diagnosticados a partir de un agotamiento emocional extremo, la sensación de ineficacia y despropósito, y otros me han contado sentirse al borde y simplemente "no dar más". Pareciera que el modo como hemos asumido el teletrabajo en la pandemia, ha exacerbado rasgos de cómo venimos relacionándonos con el trabajo como resultado de la globalización corporativa y de una cultura orientada al logro y al éxito. Nuestra capacidad para enfrentar y entender el fracaso como posibilidad, de permitirnos derrumbarnos incluso, ha quedado excluída de nuestra vulnerable humanidad desde las exigencias de un vinculo alienante con los modos de ganarnos la vida. Lo decía en algún otro post, si algo ha traído el COVID19, ha sido un fuerte mensaje que nos lleva a evaluar lo que sobra y lo que falta en nuestras vidas. En ese sentido, ha cumplido con la tarea de hacernos evaluar y reconocer aquellas cosas que hacen sentido, aquellas que ya no cumplen con su objetivo, generando fuertes movimientos dentro de la familia, la empresa, de nosotros mismos y todos los sistemas en los que nos desenvolvemos con habitualidad. Nuestro ser moderno se enfrenta al dilema de evaluar este vínculo con nuestros oficios, actividades "productivas", profesiones, y no me cabe duda que habrán, como de hecho ya ocurren, poderosas transformaciones en este sentido. Y es que finalmente pareciéramos entender que aquello que fue ya no será, que hay que dejar partir aquello que es obsoleto, que ya no funciona, para permitir que lo nuevo aparezca.. ¿Y qué si paramos?, ¿si disminuimos la velocidad?... Traigo de vuelta al Wu Wei, o la acción sutil, pues quizás se trata de cambiar la forma de actuar, entendiendo que en períodos de tormentas, la acción o voluntad humana que busca contrarrestar los designios de la naturaleza, no sólo nos muestra y marca claramente un límite, sino que también nos revela que "nadar contracorriente" puede disminuir nuestra energía vital comprometiendo la propia vida. El Aikido, reconocido arte marcial japonés, "el camino de la armonía con la energía vital", nos señala un camino sobre cómo actuar cuando una fuerza exterior nos impacta. Ya que más que buscar contrarrestar dicha fuerza, la utiliza a su favor aprovechándola en el combate con el menor esfuerzo posible. Quizás, como en el Aikido, nuestra tarea consiste es vencernos a nosotros mismos, a nuestros demonios interiores, permitiéndonos derrumbarnos, volver a la tierra, para volver a levantarnos cuando las condiciones sean propicias. Hoy más que nunca conecto con el misterio (Tao) de la vida. Hoy más que nunca intento escuchar sus designios, escuchar aquello que busca transformarse, aquello ante lo cual nos inclinamos humildemente en signo de recibimiento y reverencia. Para ello es inevitable atravesar el proceso de dejar nuestra forma habitual para volver a "moldearnos", y permitir a los dioses de la creación, aquellos que aparecen en la mitología babilónica y egipcia como alfareros que dan vida a los humanos esculpiendo pequeñas figuras de barro, devolvernos al mundo, a uno que no obstante, ya no será el mismo mundo. Dedico este texto a todos mis seres queridos que están atravesando el sufrimiento y el dolor del no parar, del sentirse fracasados o no útiles, agobiados por la culpa del no hacer, con un mensaje de cariño y abrazándonos a la distancia. Quizás no tendremos otra oportunidad como esta para hacernos la pregunta sobre lo que somos y lo que ya no necesitamos en nuestra vida, es una invitación a aprovecharla...

bottom of page